domingo, 15 de julio de 2012

Paseando por La Pedriza

Uno de los puntos que más despiertan mi interés en Madrid es La Pedriza. Ayer decidí pasar por allí a darme un paseo y aprovechar para darme un bañito.

Efectivamente el sitio hace honor a su fama, y eso que solo fui "a dominguear". Son muchas las rutas que hay por allí, así que elegí una que no fuese muy larga porque salí tarde, así que elegí ir hasta La Charca verde, un bonito paraje donde se puede uno bañar.

Para llegar hasta allí hay que llegar hasta Canto Cochino, y luego remontar el Manzanares un poco, no más de media hora. Aunque todo el mundo sube hasta Canto Cohino en coche yo dejé el mío abajo, en el parking sur y subí dando un paseo por los pinares que llevan a este lugar. Una vez allí ya se observa La Pedriza en su inmensidad. Hay unas bonitas vistas de El Cancho de los Muertos, y se vislumbra el valle que lleva a la parte más escarpada y abrupta, que remonta el Arroyo de La Majadilla, con Las Torres de La Pedriza al fondo. También se veían unos buenos lanchares que tienen toda la pinta de ser vías de deportiva :)





Como era casi la una de la tarde y no quería que me diese una insolación pasé de caminar mucho y me encaminé hacia La Charca Verde. Al contrario de lo que había leído, aquello estaba bastante lleno de gente.




Me dispuse a ponerme el bañador... y oh, oh! no lo encontraba! así que me resigné a comer y bañarme en calzoncillos cuando hubiese menos gente. Pudo más mi ansia que mi paciencia, y después de comer remonté un poco el Manzanares y encontré una pocilla donde estaba solo. Me desnudé y al agua.




El camino de vuelta es sencillo y si vas a buen ritmo no lleva más de una hora.

Mención especial se merece el "ambiente": es raro. Igual te encuentras a los escaladores comentando el día de escalada en el bar de Canto Cochino, como a los kinkis con el musicote en el descapotable, o a gente en bicis de dos mil Euros empujando la bici cuesta arriba con una cámara de vídeo en el casco. Y es que el afán madrileño por asfaltar el campo no hace más que perjudicar la visión que el ciudadano tiene del lugar. Se banaliza semejante paraje natural, haciendo que la gente mire al suelo (asfaltado) en lugar de a su alrededor, preguntándose de dónde habrá salido tanto granito.

No deja de ser sin embargo un lugar que espero conocer y disfrutar de sus vías de escalada, de sus rutas de senderismo o bici. Pues al final lo tengo a poco más de 30 kilómetros de casa :-) Nos veremos por aquí, punkis.


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miércoles, 4 de julio de 2012

Cambios en Subiendo Al Moro

Hace tiempo que no publicaba en el blog, y voy a aprovechar para introducir algunos cambios en él. Aunque seguiré con la temática montañera, que es mi pasión, dedicaré bastantes entradas más a la escalada, pues es un mundo que nos ha enganchado y mucho, y hemos montado un grupito bastante majo y sobre todo punki, muy punki. La incorporación por mérito propio de Chema y Beni a la Via Punki con honrosas ascensiones (Mulhacen) y grandísimos encadenes que han llegado al 6a, pero que sobre todo nos han permitido pasar muchos y buenos ratos, y conocer nuevos y bonitos parajes no hacen más que mejorar la calidad humana, paisajística y deportiva de este mundo que descubro y también me apasiona.

Así que habrá más entradas, sobre todo en verano, cuando hacemos menos montaña y bastante más roca :) A ver si se anima el Ángel y publica entradas y fotos de nuestras escaladas.

Como además ahora vivo en Madrid, habrá más rutas por estos lares, y nuevas zonas de escalada. Igual hasta pongo alguna ruta de bici, e incluso alguna carrera popular.

Por último, voy a aprovechar esta entrada para comentar que por primera vez he ido al Rocódromo de San Sebastián de los Reyes. Es impresionante. Os dejo alguna foto... y los croquis de las vías, que encadenaremos poco a poco.





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miércoles, 25 de enero de 2012

Ascensión a La Mira desde La Plataforma


Esta historia comienza hace tiempo. Concretamente en una "vista atrás" en el camino hacia Barrerones el año pasado. Yo perdí una cena pero gané una ascensión a La Mira con mi padre.


Le teníamos ganas, habíamos buscado la mejor ruta y el día prometía, aunque había algunas nubes por encima de los 2200m.

Nos encaminamos por el prado que sale del Pluviómetro de salida de La Plataforma, la que lleva al Puerto de Candeleda. Hacia el SE, pasados unos 20 minutos encontramos un refugio: el principio de nuestra ruta.

Una vez allí sólo hay que dedicarse a seguir la senda y los hitos. Está muy bien marcado y es imposible perderse si sabes dónde vas.

Pasamos Los Campanarios con nieve helada en el camino, pero con mucho tramo deshelado de manera que no nos pusimos los crampones. Tampoco hay peligro de despeñarse, así que…



Y poco a poco fuimos avanzando hasta encontrar La Mira. La pala final sí que decidimos afrontarla con los pinchos y allí nos pusimos a ponérnoslos. Al levantar la cabeza…. ¿Y el pico? Tal rápida fue la llegada de la espesísima niebla que mi padre salió disparado en dirección contraria a la de nuestra ruta. No se veían hitos, ni más allá de metro y medio.



Como la niebla era espesa pero intermitente, y estábamos a muy pocos de la cima decidimos echarle un par y subir hasta arriba. Los hitos aparecían y desaparecían al tiempo que soplaba o no el viento. Afrontada la primera rampa decidimos descansar un poco, esperar a que despejase un poco y esperar a que apareciese alguien.

Detrás de nosotros venía una pareja que cuando vieron la niebla se lo pensaron. Por suerte se decidieron, aparecieron y como llevaban GPS les seguimos hasta la cima. Curioso, porque además fueron las únicas personas que vimos ese día.



En la torreta reconvertida comimos unas almendras y nos dimos la vuelta. Sin comer, con frío y con el alma arrugada por la experiencia de sentirse solo e invidente en la montaña. Del susto, llegué a avisar a mis amigos de dónde estaba y de que no se veía nada. Así que la explosión alegre de la cima nos la guardamos en el bolsillo para después, para disfrutarla en la bajada, en el coche, en la cena, y en estas líneas.

Es la segunda ascensión "invernal" que hago con mi padre. La Mira es un pico duro para las primeras veces, también lo fue para mi en Mayo de 2009, y se me resistió el año pasado con Michel. Por fin, y gracias, he de añadir. Ahora me toca pagar a mi la cena.


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domingo, 15 de enero de 2012

Ascensión a El Pelao

8 de Enero. 9 bajo cero. Michel y yo metidos en un coche camino de Navalguijo para subir El Pelao.

Yo no sé qué es exactamente lo que nos lleva a Michel y a mi a meternos en semejantes fregados, y el caso es que siempre estamos ahí los dos: si llueve, si hay niebla, si intentamos subir por lo imposible, si se nos va de las manos la predicción meteorológica... todo para casi siempre darnos la vuelta... menos esta vez.

Y no fueron pocas las dificultades que nos ofreció El Pelao con tan poca nieve: canchales infinitos, un mar de piornos en los que avanzar nadando, un calor insoportable (en Enero y habiendo marcado 9 bajo cero!!!) que nos hizo llegar sin gota de agua, un camino muy complicado de encontrar y una noche que se nos echaba encima. Muy punki.

Ya desde Navalguijo El Pelao se mostraba batallador. Más pelado que nunca y con las complicaciones que ofrece un pico tan poco visitado: un saltapraos hasta llegar al camino, un camino invadido por los piornales y una pala para subirse a su hombro que solo sirve para poner a 170 pulsaciones a la patata.

Al llegar al hombro (llamada Cuerda Larga) uno puede recrearse con las vistas, y un sentir un relajo al mirar casi de frente el objetivo. Si no hay nieve, y este invierno parece la tónica por debajo de los 2300, aquella cuerda es más larga que nunca. Los piornos impiden literalmente avanzar, los canchales de piedra se suceden ofreciendo escasos tramos mixtos y donde sin duda "sale mejor" subirse a la tapia y avanzar por ella en un ejercicio de equilibrismo.



Tras superar el primer collado nos pusimos ¡por fin! los crampones y nos encaminamos en un rato muy disfrutón hacia la cima. El espectáculo final es el premio desde luego, así que tiempo para comer, para echar un ojo a las gargantas de La Nava y La Lanchuela y para ponerse de vuelta que son las dos.









Así que una nueva jornada punki, con el punki original, que ya había ganas. Amigo. 
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Excursión a Peña Negra de Becedas

Un día frío, tonto, con niebla, sábado, poca nieve en la sierra, físicamente tocado tras haber hecho uno de los últimos entrenamientos para la San Silvestre, pero con ganas de ir al monte con mi padre, un objetivo: Peña Negra de Becedas desde el puerto del Tremedal.

Es una de las zonas que desde luego merece la pena visitar. Es una ascensión tranquila, muy bonita y que transcurre por la parte de la Sierra de Béjar que menos se visita y que más sorpresas guarda. Totalmente solos, por supuesto, aunque vigilados por la imponente "Mujer muerta".



La ruta transita por un camino fácil que en aquella ocasión estaba completamente helado, y que dio la nota curiosa a la excursión. La humedad, la arena y el frío habían hecho que el suelo se congelase de tal manera que se habían formado infinitos carámbanos debajo de la arena y parecía que caminábamos sobre almohadillas.



Una vez que se acaba el camino se entra en un prado en el que hay que avanzar siguiendo una verja y al final gira unos 90º para subir a un cerro, que no es más que la cuerda que lleva a La Peña.


Arriba no había nieve tal y como imaginábamos. La peña es un molondroco de piedra que ha de subirse escalando y allí había dos dándole un poquito. Quizás para cuando "los punkis" tengamos más nivel, porque tiene una subida clásica bonita.


Una vez allí comimos el bocata (con los plumas puestos del frío) y un caldo de cocido. También nadamos entre piornos y nos asomamos al Circo de Peña Negra, impresionante lugar donde hicimos parte del curso de Alpinismo del año pasado.


La vuelta la hicimos tranquilos, algo encogidos por el frío y aunque no teníamos un buen día físicamente,  las conversaciones, el monte y la compañía familiar siempre son mejor opción que estar tirados en el sofá.
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jueves, 15 de diciembre de 2011

Ascensión invernal al Mulhacen

Granada, 1482. El Rey Mulay Hasan cansado y hastiado de su trato con los hombres, dispuso que a su fallecimiento fuese enterrado en el lugar más alto, cercano al cielo y alejado de la civilización.

Y ahí comienza nuestra historia, y aquí os contaré como cambiamos de moro. Como si de una bonita premonición se tratase, siete de nosotros tratamos de alcanzar el punto más alto peninsular, quizás no hastiados del trato humano, pero sí buscando una humanidad más cercana, más humilde, más sincera... entre montañas.



Adentrarse en La Alpujarra es una experiencia interesante. Lejos de todos los tópicos, es una tierra alucinante. Gente interesante, pueblos preciosos y una naturaleza que parece que aún se escapa el empuje del hombre. 

Nuestra ascensión comienza en Capileira, uno de los pueblos más altos de La Alpujarra, y que da acceso a la central eléctrica de La Cebadilla, en la garganta del río Poqueira. 

La ascensión la hicimos en dos días. El primero más corto pero más tedioso, remonta la garganta del río mientras se camina por prados, pequeños bosques de castaños, y más arriba las siempre presentes escobas. El camino se hace en aproximadamente cuatro horas, y se pasa calor hasta en Diciembre. El objetivo era llegar al Refugio de Poqueira, quizás el mejor refugio guardado en el que he estado. Dispone de una cantidad de recursos alucinante, y además no es demasiado caro para lo que suelen ser estas cosas. 




Lo más alucinante es que según se va cogiendo altura uno puede darse la vuelta... ¡y ver el mar! ¡y África! ¡Y barcos! ¡Y el Atlas! Otro momento alucinante fue ver anochecer con el Pico Veleta en frente. Una experiencia de esas que uno solo vive en montaña, y que hace que uno se enamore "hasta las trancas" de estas cosas.

El día de cumbre siempre resulta algo tenso. Hasta el último momento no decidimos por dónde ir, y optamos por ir por la cara Oeste. Algo más complicada que la Sur, pero infinitamente más bonita, y nada técnico. 

Nos enfundamos los crampones 20 minutos después de empezar a ascender, y no nos los quitamos hasta casi finalizado el descenso.

Llegar al Collado del Ciervo es un momento único. Es como asomarse a un pozo dónde se ve muy al fondo la Laguna de la Mosca, la cara norte del Mulhacen y su señora, La Alcazaba.


Desde allí no nos llevó mucho llegar a la cima. Había hielo, algo de nieve blanda, costra, roca y soplaban rachas fuertes de viento. Mulay Hasan nos miraba desde arriba desafiante, pero no tenía nada que hacer. Casi en la cumbre, a 50 metros de ella paramos para esperar a los rezagados, que lejos de perder apuestas demostraron valentía, sacrificio y un ejemplar compañerismo. Empiezo a pensar que no vengo a estos sitios por hacer cumbre, ni por deporte, ni solo por compartir "el rato" con los amigos, ni por soltar la cabeza, sino porque es en la montaña donde más y mejor descubro cosas nuevas y alucinantes de mis compañeros y nuevos amigos, y a ellos gracias.


La cumbre. Qué gran sensación. Menudo jaleo. Cada uno por su lado, las fotos, dame eso, toma esto, come algo, bebe algo, me duele la cabeza... es la altura ¿y tú de donde eres? ¿Quieres chorizo? ¡nos vamos! ¡Oyeee que se os olvidan los pioleeeet! ¡Que no que son de otroooo!


Encadenamos el descenso de los dos días, de manera que llegamos de noche y con las rodillas algo doloridas por el descenso acumulado, pero llenos de grandeza y satisfacción por haber hecho una actividad bonita, en un medio precioso, y con una compañía alucinante. 

Pronto más y mejor. Prometido.

PD: Las fotos son de Nando, al que mando un fuerte abrazo. Fue un placer conocerte, amigo.
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martes, 15 de noviembre de 2011

Ascensión Al Morezón

Sin duda una de las cuentas pendientes que teníamos mi padre y yo era el Morezón. Por fin este fin de semana pudimos hoyarlo.

Yo me esperaba una ascensión invernal porque había oído que días atrás se podía salir con esquíes desde la misma plataforma, pero la lluvia hizo estragos durante la semana y la nieve no aguantó y nos encontramos con algo bastante acuático, la verdad.


Para huir de la gente elegimos la misma ruta que lleva al Morezón desde el Puerto de Candelada. La misma que aprendí con Bravo, Ángel y los triatletas semanas atrás. Y es que además de ser mucho menos transitada es más bonita porque se camina por la cuerda de la vertiente sur y aquello impresiona mucho. Además así pudimos alargar la ascensión una hora porque si no se puede hacer un poco escasa.

Desde la salida se avanza por un prado sin mucho desnivel hasta que se llega al Puerto de Candeleda, que divide las vertientes Sur y Norte de esta parte de Gredos. Hasta allí se disfruta porque el camino es tendido y te permite coger ritmo, porque se ve La Mira, El Risco de Candeleda y mucho bloque curioso para bulder.

Una vez en la cuerda se avanza hacia el oeste y uno se acerca progresivamente al circo. Según se avanza uno se avanza hacia las caras Este de Hermanitos, El Perro que Fuma, Casquerazo y uno se sobrecoge un poco. Queda camino por delante.






Cuando se llega al Refugio del Rey hay que abandonar la senda y avanzar pos los hitos ladera arriba. Hay que pasar un collado, bajarlo y luego uno se encuentra de frente con El Morezón. Aquí es donde nuestro camino se junta con la  ruta "normal" al Morezón y comparte los últimos metros con más montañeros.


Tras al alcanzar el hombro del Morezón, hay que avanzar hacia el sur y se llega a la cruz que señala la cumbre. Aquello fue una fiesta. No tanto por la ilusión de hacer cumbre, sino porque aquello estaba lleno de gente. Nos encontramos con una excursión de montañeros bromeando cómo les habían tenido que bajar del Almanzor con una cuerda por el miedo que tenían. Para qué seguir. 


Nos hicimos la foto de cima, comimos el bocadillo y nos bajamos. La verdad es que había desaparecido mucha nieve. Da igual, porque el panorama desde allí es siempre alucinante.


Un bonito día para abrir la temporada y para tachar un piquito. Seguro que pronto volvemos, ya con crampones y piolet. 
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