Mi padre y yo teníamos ganas de reencontrarnos en el monte. Había muchas cuentas pendientes. La primera volver a nuestras excursiones, la segunda, desanquilosarnos de un verano con poco movimiento, y tercero volver a uno de los sitios a los que más voy últimamente de Gredos, y que cada vez me fascina más.
Teníamos ganas de volver al Risco de La Campana. Son varios los intentos de cumbre sin éxito. Uno, el más mítico, con Michel que dio nombre a la Via Punki, otro con mi padre poco después, y este último que os voy a relatar.
La subida a La Laguna siempre es agradable. Más ahora, que subimos por las escaleras en lugar de por el PR, y más todavía porque disfruto mucho pasando por las zonas que suelo visitar para escalar. Yo creo que a mi padre no le hace mucha gracia y a veces prefiere no oír, o no mirar hacia arriba para ver hasta dónde subimos.