Uno de los puntos que más despiertan mi interés en Madrid es La Pedriza. Ayer decidí pasar por allí a darme un paseo y aprovechar para darme un bañito.
Efectivamente el sitio hace honor a su fama, y eso que solo fui "a dominguear". Son muchas las rutas que hay por allí, así que elegí una que no fuese muy larga porque salí tarde, así que elegí ir hasta La Charca verde, un bonito paraje donde se puede uno bañar.
Para llegar hasta allí hay que llegar hasta Canto Cochino, y luego remontar el Manzanares un poco, no más de media hora. Aunque todo el mundo sube hasta Canto Cohino en coche yo dejé el mío abajo, en el parking sur y subí dando un paseo por los pinares que llevan a este lugar. Una vez allí ya se observa La Pedriza en su inmensidad. Hay unas bonitas vistas de El Cancho de los Muertos, y se vislumbra el valle que lleva a la parte más escarpada y abrupta, que remonta el Arroyo de La Majadilla, con Las Torres de La Pedriza al fondo. También se veían unos buenos lanchares que tienen toda la pinta de ser vías de deportiva :)
Como era casi la una de la tarde y no quería que me diese una insolación pasé de caminar mucho y me encaminé hacia La Charca Verde. Al contrario de lo que había leído, aquello estaba bastante lleno de gente.
Me dispuse a ponerme el bañador... y oh, oh! no lo encontraba! así que me resigné a comer y bañarme en calzoncillos cuando hubiese menos gente. Pudo más mi ansia que mi paciencia, y después de comer remonté un poco el Manzanares y encontré una pocilla donde estaba solo. Me desnudé y al agua.
El camino de vuelta es sencillo y si vas a buen ritmo no lleva más de una hora.
Mención especial se merece el "ambiente": es raro. Igual te encuentras a los escaladores comentando el día de escalada en el bar de Canto Cochino, como a los kinkis con el musicote en el descapotable, o a gente en bicis de dos mil Euros empujando la bici cuesta arriba con una cámara de vídeo en el casco. Y es que el afán madrileño por asfaltar el campo no hace más que perjudicar la visión que el ciudadano tiene del lugar. Se banaliza semejante paraje natural, haciendo que la gente mire al suelo (asfaltado) en lugar de a su alrededor, preguntándose de dónde habrá salido tanto granito.
No deja de ser sin embargo un lugar que espero conocer y disfrutar de sus vías de escalada, de sus rutas de senderismo o bici. Pues al final lo tengo a poco más de 30 kilómetros de casa :-) Nos veremos por aquí, punkis.
Efectivamente el sitio hace honor a su fama, y eso que solo fui "a dominguear". Son muchas las rutas que hay por allí, así que elegí una que no fuese muy larga porque salí tarde, así que elegí ir hasta La Charca verde, un bonito paraje donde se puede uno bañar.
Para llegar hasta allí hay que llegar hasta Canto Cochino, y luego remontar el Manzanares un poco, no más de media hora. Aunque todo el mundo sube hasta Canto Cohino en coche yo dejé el mío abajo, en el parking sur y subí dando un paseo por los pinares que llevan a este lugar. Una vez allí ya se observa La Pedriza en su inmensidad. Hay unas bonitas vistas de El Cancho de los Muertos, y se vislumbra el valle que lleva a la parte más escarpada y abrupta, que remonta el Arroyo de La Majadilla, con Las Torres de La Pedriza al fondo. También se veían unos buenos lanchares que tienen toda la pinta de ser vías de deportiva :)
Como era casi la una de la tarde y no quería que me diese una insolación pasé de caminar mucho y me encaminé hacia La Charca Verde. Al contrario de lo que había leído, aquello estaba bastante lleno de gente.
Me dispuse a ponerme el bañador... y oh, oh! no lo encontraba! así que me resigné a comer y bañarme en calzoncillos cuando hubiese menos gente. Pudo más mi ansia que mi paciencia, y después de comer remonté un poco el Manzanares y encontré una pocilla donde estaba solo. Me desnudé y al agua.
El camino de vuelta es sencillo y si vas a buen ritmo no lleva más de una hora.
Mención especial se merece el "ambiente": es raro. Igual te encuentras a los escaladores comentando el día de escalada en el bar de Canto Cochino, como a los kinkis con el musicote en el descapotable, o a gente en bicis de dos mil Euros empujando la bici cuesta arriba con una cámara de vídeo en el casco. Y es que el afán madrileño por asfaltar el campo no hace más que perjudicar la visión que el ciudadano tiene del lugar. Se banaliza semejante paraje natural, haciendo que la gente mire al suelo (asfaltado) en lugar de a su alrededor, preguntándose de dónde habrá salido tanto granito.
No deja de ser sin embargo un lugar que espero conocer y disfrutar de sus vías de escalada, de sus rutas de senderismo o bici. Pues al final lo tengo a poco más de 30 kilómetros de casa :-) Nos veremos por aquí, punkis.
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