viernes, 18 de febrero de 2011

Los Chorros, Laguna del Duque hasta la base del Risco de la Campana

Uno de mis mejores compañeros de montaña, si no el mejor, es mi padre. De él he aprendido que no es la altura, ni la verticalidad, ni un valle perdido a 6mil metros lo que va a hacer feliz a un montañero. Que no es más montaña la más alta, sino la que más te enseña.


Teníamos ganas de una laguna, y como ya habíamos ido a la Laguna Grande otro día nos encaminamos hacia la Laguna del Duque. Yo no había ido nunca, y mi padre hace más de 30 años que no pisaba por allí. Cogimos el coche y nos encaminamos hacia Solana de Ávila, a 7 kilómetros de Barco de Ávila. Una vez allí hay que cruzar el pueblo y continuar por la carretera que lleva a la central de Los Chorros.



La Central de Los Chorros es una central hidroeléctrica que capta agua de la Laguna del Duque. Todavía está en funcionamiento y es muy curiosa de ver, porque parece de juguete comparada con las de Almendra o Santa Teresa. Desde allí se ve un enorme tubo que capta el agua, baja por la ladera de la montaña y que es el encargado de llevar el agua con la suficiente fuerza como para hacer mover la turbina, y así producir electricidad :)


El camino empieza al lado izquierdo de la central y va remontando el tubo hasta que llega un momento en que el camino se bifurca, aunque el destino es el mismo. Se puede ir a la izquierda y caminar unos 40 minutos, o seguir remontando el tubo y llegar a la Laguna en unos 25 minutos. Nosotros elegimos la ruta larga, que es un bonito camino, no muy pendiente, que remonta por el lazo izquierdo de la garganta y llega a la laguna. Estaba lleno de hielo y para no resbalar tenías que ir con mucho cuidado.

Una vez arriba llegas a la laguna. No es una laguna totalmente natural porque existe una presa donde se toma el agua, aunque el circo es de manual de geología.




Existe un camino que bordea la laguna y que te permite coger la garganta que te lleva hasta El Torreón y La Ceja. La garganta es impresionante, por ella transcurre un regato que se va remontando y se va ganando altura. Hay algunos sitios deliciosos para parar a comer el bocata y eso hicimos. Allí, totalmente solos, en la base del Risco de la Campana sacamos los bocatas e hicimos el merecido descanso, casi homenaje.



Nos dimos la vuelta y desandamos el camino. A la vuelta nos tuvimos que poner los crampones para bajar la parte helada. Más que prudencia, fué cosa de ver como caía la poca gente que nos encontramos delante de nosotros al resbalar en el hielo.

Un día genial en un paraje impresionante, que además no conocía, y con un compañero excelente.

1 comentario:

  1. Recuerda, hijo, que encontramos una ranita pequeña, muy morena y bien viva, en el charco de deshielo de un nevero. Parecía increíble que en pleno febrero, a casi dos mil metros de altura y en el agua helada, pudiera vivir. Y allí estaba, como una maestra de la supervivencia, la reina de los neveros, la sorpresa de la vida radiante donde menos te lo esperas.

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