Este fin de semana estuvimos en Hoyamoros. Es una de las rutas más bonitas que he hecho nunca, porque hicimos la ruta de noche.
Salimos a las 22.30 de Salamanca con todo bastante improvisado: ruta, coches, comida, personal.. No así el equipo que teníamos claro que haría frío y fuimos bien provistos de sacos, mantas y madera para hacer fuego en el refugio.
Sin más salimos hacia allá y llegamos a La Dehesa donde empezamos a subir con el coche. No mucho porque en las primeras zonas hombrías encontramos ya nieve y decidimos dejar el coche y continuar andando. Teníamos unas dos horas de Dehesa por delante.
Las mochilas se hacían notar, debían pesar unos 20 Kg cada una porque iban hasta arriba de leña para hacer fuego, además del equipo. Las primeras rampas una vez abandonado el camino forestal se hacían notar. Primero por el hielo acumulado en el camino, y luego por el peso de las mochilas.
Poco a poco avanzábamos: primero subiendo por la cuerda, y luego adentrándonos en el valle hacia el refugio de Hoyacuevas. ¡¡Qué espectáculo!! No hacía falta que diésemos nuestras luces frontales porque La Luna se ocupaba de iluminar el camino mientras remontamos el Cuerpo de Hombre.
No sé si nuestra vieja amiga tiene efecto o no sobre las vacas en estado de gesta, pero desde luego sí influyó en nuestro bonito paseo hacia el refugio. Poco más de una hora tardamos en llegar hasta el refugio, y el reloj marcaba las 2.30 de la madrugada.
Tiempo para hacer fuego y comer algo. El frío hace que el fuego apenas tire y nos cuesta horrores mantener el calor mientras el agua de las cantimploras pasa de líquido a sólido. Debe haber un par de grados bajo cero. Al final nuestro buen hacer y mejor "soplar" mantiene una buena brasa que nos permite coger calor antes de irnos a dormir. Las 5 de la mañana. Antes de decir buenas noches yo ya roncaba...
Al rato suena el despertador. Son las 8.30 de la mañana. Como no tenemos mucho tiempo porque tenemos que estar de vuelta antes de mediodía decidimos desayunar y volver para abajo. Otro día en Hoyamoros que no subimos a hermanitos.
El camino de vuelta se hace entretenido por la conversación y, como no, lo bonito del paisaje. En la carretera encontramos bastante nieve, pero pronto llegamos al coche y nos encaminamos a Candelario, donde echamos el vino de rigor en el Tolo, y de vuelta a Salamanca.
Una ruta preciosa para hacer de noche, huir de la civilización, que falta me hacía esta semana, y mantenernos lejos del Gin Tonic una noche de Viernes. Qué bonito es Hoyamoros.
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