Un fin de semana movidito. Al día siguiente del día de escalada me fui con mi padre a Gredos. Pretendíamos subir al Morezón, pero en Barco de Ávila me di cuenta de que había dejado mis botas de nieve (las rígidas) en Salamanca.
Menuda cagada... llevaba de todo menos las botas. Lo único que llevaba calzado eran las Salomon, que son bajas, de Gore Tex, pero que tal y como preveíamos que estaba la nieve se me iban a mojar. Además no son nada seguras para ir en nieve porque son muy blandas.
Esto nos obligó a cambiar el plan e hicimos la clásica ruta de la laguna. Siempre es bonita, además de que yendo con mi padre se disfruta más todavía.
Todo transcurrió como preveíamos, la nieve era calidad pescadería y poco a poco iba colándose por mis botas hasta llegar a mis calcetines...
Mi padre marcaba el ritmo. Da gusto ver como no pierde la forma, es más, la coge. Cada vez hacemos menos paradas, a más ritmo y se nota que se cansa menos. ¡Eres grande! Este año nos ponemos a los 3355 del perdido. Seguro.
Menuda cagada... llevaba de todo menos las botas. Lo único que llevaba calzado eran las Salomon, que son bajas, de Gore Tex, pero que tal y como preveíamos que estaba la nieve se me iban a mojar. Además no son nada seguras para ir en nieve porque son muy blandas.
Esto nos obligó a cambiar el plan e hicimos la clásica ruta de la laguna. Siempre es bonita, además de que yendo con mi padre se disfruta más todavía.
Todo transcurrió como preveíamos, la nieve era calidad pescadería y poco a poco iba colándose por mis botas hasta llegar a mis calcetines...
Mi padre marcaba el ritmo. Da gusto ver como no pierde la forma, es más, la coge. Cada vez hacemos menos paradas, a más ritmo y se nota que se cansa menos. ¡Eres grande! Este año nos ponemos a los 3355 del perdido. Seguro.
Al llegar a Los Barrerones miramos hacia el Morezón, a mano izquierda. Otro día llegaremos allí. La gente estaba subiendo desde el camino de Los Barrerones. Tengo la impresión de que subía todavía más gente que por el refugio del rey. Supongo que era porque la nieve estaba mejor. En la siguiente foto se ven las "zetas" de quienes subían.
Y llegamos a La Laguna. Comimos la tortilla de mamá y nos volvimos. Ya estaba deshelando y no era plan de cruzar La Laguna. Además El Elola cada vez es más rollo, así que decidimos comer con otra perspectiva diferente del circo. Aquello es bestial, uno se siente pequeño, sobrecogido, alucinado. No se si existirá un sitio mejor donde comer con la familia un domingo :) (por supuesto con el debido respeto al medio, con el equipo adecuado, forma física, etc).
Nos hicimos la foto. De las que nos hemos hecho hasta ahora, y ya no son pocas, es la que más me gusta. Hemos contado siete salidas a la montaña en el último año. No está nada mal.
El día daba para poco más. Encaramos la subida a los barrerores de nuevo y nos bajamos, abrasaditos por el sol y yo con los pies empapados por no hacer bien las cosas la noche antes... un día de disfrute igualmente. Con el mejor.
Te aseguro, hijo, que es como volver a ser joven. Subí a la Laguna Grande por primera vez con 20 años, es decir, hace casi 40. Lo hice con las botas de la mili porque no tenía otras y me las habían dado gratis, je je. En aquellos tiempos no hacía falta que hubiera nevado para volver empapado a casa. Tan pronto como metías un pie en el charco, ya estabas mojado todo el día. Vestíamos esos pantalones medio bombachos con polainas que parecía que íbamos a arrancarnos a bailar unas jotas. Tenía una cantimplora como la de John Wayne. Miro las fotos de aquellos tiempos y no sé si reírme o llorar.
ResponderEliminarLlevar buenas botas es importante. La ropa ligera y abrigada es una maravilla. Ahora veo coquitas en las alturas de los Barrerones. Antes no las había. Y otros insectos, también. Todo es nuevo para mí. Es como empezar. Pero empezar... otra vez, por segunda vez; y las experiencias de la vida no se repiten nunca. Cuando ha pasado tanto tiempo entre la primera y la última vez, nada puede ser igual; nada debe ser igual. Después de todos esos años es cuando uno ve los destellos más hermosos de la felicidad.