jueves, 31 de marzo de 2011

Galayos en la niebla

El domingo pasado intentamos subir a La Mira desde la plataforma de Guisando. Elegimos este pico y su vertiente sur por dos motivos: porque la ascensión es preciosa, y porque al ser vertiente sur la nieve desaparecerá antes que en otros picos.

Estábamos muy motivados, pero no siempre la motivación te hace llegar a lo más alto. A veces hay que usar la cabeza y saberse dar la vuelta, y eso hicimos.

A las siete de la mañana Michel y yo estábamos montados en el coche, aunque el pronóstico meteorológico no lo aconsejaba. Y viéndolo con perspectiva hicimos muy bien, porque a pesar de no subir hasta arriba pasamos un día de lo más bonito.

A las 9.30 estábamos ya en la plataforma de Guisando. Ahora está en obras porque andan asfaltando y acondicionando para que haya aún más aparcamiento. La verdad es que no fué ninguna sorpresa ver que llovía porque durante mucho tiempo en el coche nos llovió. También vimos que la niebla estaba encima. A pesar de eso nos pusimos las chaquetas, nos enfundamos los guetres y para arriba. La subida es tendida y a mi siempre se me hace larga. Las rocas que acondicionan el camino son bastante incómodas para subir porque los bastones se enganchan entre ellas, pero el paisaje reconforta. La garganta es preciosa. Es un valle muy cerrado, muy rocoso, en el que se aprecia con sencillez como cambia la vegetación según se coge altura. Tuvimos ocasión de ver algunas cabras montesas, curiosas como siempre, pero cada vez más acostumbradas a la presencia humana.




Quedaba camino por delante. Para subir a La Mira hay que superar unos 1300 metros de desnivel. Pero es lo que hay, así que subimos a buen paso hasta el punto donde hay que elegir entre dos opciones de subida: subir por la pared al pie de los galayos o cruzar el río y continuar por un camino en zig zag.




Allí es justo donde empezaba la nieve. A unos 1800 metros de altura más o menos. Mientras decidíamos por donde ir, vimos como únicos compañeros se daban la vuelta porque decían que la nieve estaba muy dura y no tenían crampones. Viendo el panorama decidimos ir por el camino. Ya habrá tiempo de pisar nieve, pensamos. A los 15 minutos ya estábamos con los crampones puestos y con el piolet de la mano. Como nos habían dicho los compañeros, la nieve estaba bastante dura. Sin embargo se veía una fina capa de nieve recién caída. Había nevado la noche antes.






Una vez que nos calzamos los crampones comenzó lo divertido. El camino aparecía y desaparecía entre una gran pala de nieve que facilitaba el despeñe. Con el piolet en la mano, el cuidado en los pies y el disfrute en el gesto ascendimos por algunos pasos estrechos hasta que llegamos al refugio A. Victory. ¡Muy divertido! Allí paramos a comer algo y encaramos los 300 metros de nieve que nos separaban de la cima.

Poco tiempo más nos duró el disfrute. Al poco de empezar la subida miramos hacia atrás para ver de nuevo el refugio y había desaparecido. La niebla echó encima y nos ocultaba la vía de subida. Esperamos mirando hacia arriba, a ver si veíamos a los Galayos con ninguna suerte.

Curioseando por la zona apreciamos que un pequeño alud había caído en la vía de subida, el viento soplaba con cada vez más fuerza y empezaba a nevar. La nieve en aquella zona estaba mucho más blanda y con la niebla no encontrábamos huella para seguir. Tampoco hitos.






Y por eso nos dimos la vuelta. Mientras bajábamos mirábamos hacia atrás por si escampaba, pero antes de que eso pasase llegamos de nuevo al coche.

Una cosa buena de la montaña es que siempre se disfruta. Si no es subiendo es comiendo calamares en el bar del pueblo.

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